Dice Marc que me dejará un libro de psicología que viene a decir que para ser feliz sólo necesitas comer y beber agua todos los días, el resto es secundario.
Han cerrado la cafetería en la que rodamos la escena con Teo y me da un poco de pena. Me da pena no tener una ciudad del todo nuestra, una ciudad que a pesar de todo, cuando éramos unos recién llegados nos trató bien. Me acuerdo que le escribí una carta a Vincent, un chico del que me enamoré en Lyon, en la que le decía que Barcelona me quería (del verbo querer, no amar). Ahora no sé si Barcelona me quiere y no sé si me basta con comer y beber. Hay algo muy oscuro que me atraviesa y que me ha hecho ver una cosa muy clara: No hay fiesta, si en la fiesta estás sólo tú. Tú con tu ego y con tu incapacidad de mirar a los demás y de dar, dar, dar todo el rato, porque es lo único que te hará recibir.
Recibámonos con los brazos abiertos. Recibamos a nuestra peli, que somos nosotros, en una fiesta hecha sin yos.
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