05/09/2016

Desafinado

Me gusta cuando a la gente se le pegan los acentos porque es como desafinar, como hablar diferente dependiendo de con quién. He leído esto en FB y me ha parecido oportuno: "Sed paulatinos. Amaos hedonistamente. Ya os haréis veganos después del verano que viene. Mucha atención a los tiempos muertos, si sois inteligentes podréis hacer de la rutina, cosa fina. Y no dejéis de bailar y cantar".
Luego os diré con mis propias palabras porque me gusta septiembre. Empieza el año y estoy en una terraza del raval con unos cascos y una percha de sonido. Veo a mi amigo dirigir su nueva película y a mis dos mayores amores como espectadores de un concierto de Bossa nova mal iluminado.
Me pongo a llorar, lentamente y con una felicidad eterna de la que luego me cuesta salir. Estoy en el país de la màgia, soy Promethea. Quiero tener hijos y crear vidas con las que manchar este asqueroso lugar de lo que siento ahora.
Septiembre es el comienzo de la vida que no sabes nunca a dónde va. Supone el inicio de toda posibilidad, hasta puede que tenga un jersey de cuello alto de color azul eléctrico con el que meterme en los trenes y mover las cosas hacia dónde me de la gana.
Septiembre es el mes más desafinado,  el menos realista y, a pesar de soler estar fuera de tono, funciona mejor que cualquier nota bien tocada.

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