19/04/2016

L'avenir

Los viajes, dice Serge Daney, sólo sirven para eso, para fabricar esa posibilidad de felicidad de la que no se explica. Permanecer la misma en un paisaje que no permanece.
Fui cada tarde a leer a un parque diferente de París. Me los encontraba siempre por casualidad, no lo planeaba. Me senté en Tulleries antes de entrar a una exposició de Helena Almeida que me dió ganas de bailar en el museo. Se me acercó ese día un extraño con un libro de Bukowski en la mano, intentando ligar conmigo diciéndome que se había fijado en mi manera de sentarme en la silla, como si practicara yoga.
Luego me encontré un pequeño parque por la parte baja de Belleville en el que varios grupos de escolares muy pequeñitos iban a jugar con sus profesores. Se mezclaban con otros niños acompanyados de sus madres que conversaban en árabe. Una pequeña se quedó quieta delante mío mirando fijamente mi collar de colorines. ¿Te gusta? le pregunté, y asintió con la cabeza. Me lo quité, se lo enseñé de cerca y le conté que venía de México, un país que estaba muy lejos. Ella me dijo que había viajado en avión una vez a Argentina y después salió corriendo.
Con Victor nos encontrábamos cada noche en la Place Republique para dar unas vueltas y tentar a la suerte. Me presentó a sus amigos del sindicato y a algun activista que persigue secretamente des de hace meses por las manis de París.
También hubo un día en el que me senté en el canal a comer un bocata de salmón y espié a los grupos de adolsecentes que salían del instituto de al lado. Su manera de vestir me pareció fascinante por su descaro  tan cool. Escuchaban canciones compartiendo auriculares como lo hacía yo con Nina hace 15 años.
Fui al cine, claro. Pasé por un Pathé cerca de Place de Clichy y ví que ponían la nueva de Mia Hansen Love a las dos del mediodía. Volví a esa hora y me senté en una sala llena de mujeres de entre 40 y 70 años de edad. Pensé en mi madre (como casi siempre) y en esa edad que aún no he vivido. Me recordó a cómo nos vamos relacionando ella y yo a medida que pasan los años. El otro día estiradas en la cama charlando, me preguntó si le veía muchas arrugas, dijo que se veía vieja y fea. Yo le dije que cuando estaba guapa de verdad era cuando hacía el tonto, cuando dejaba salir ese sentido del humor tan particular y que me enorgullece tanto unque me avergonzase un poco cuando era adolecente. Luego le conté que yo ya no me encontraba tantos defectos como antes gracias al feminismo, que me había dado cuenta de que la celulitis no era nada fea, sólo que algunos se empeñaban en hacérmelo creer. Eres un poco radical, me dijo. Isabel Huppert en estado puro, mamita.
También quedé con Miguel que me parece el chico más agradable del mundo en muchos sentidos y por pura casualidad me llevó hasta el parque Buttes Chaumont en el que se grabó gran parte de la peli L'Avenir, de Mia Hansen Love. Fue de esas cosas que cuando pasan piensas, que pasen siempre cosas así, de esta exacta manera y con esta luz y esta persona.
Al final he estado muy sola y eso me ha ido muy bien. Ce bonheur est clandestin.


Aucun commentaire: