15/05/2013

Nuestras Propias Armas

Eran un grupo de personas que se entendían bien, adictos a muchas cosas similares y con una tendencia clara a gustarse entre sí. Empezaron a desarrollar una especie de identidad colectiva que les hacía sentir orgullosos los unos de los otros; la mayoría estaba a gusto entre esas paredes hasta extremos antes no experimentados. Entre conversaciones (in)fluidas en colchones de segunda y tercera mano, disfrutaban haciendo literatura sobre sus vidas y creyéndose importantes entre multitudes que no intentaban comprender. Se creó algo, durante esos seis o siete años, que luego fue muy difícil de romper. 

No era necesariamente amor; transitaba entre la fraternidad y el deseo común de hacer y ser como de otro planeta. Este planeta, claro, estaba lleno de incertidumbre y a veces un egoísmo y niñez casi buscada les separaba; se arañaban las caras y se giraban de golpe. Era horrible presenciarlo.

Normalmente, por lo que yo veo des de esta cama, este grupo va a tener muchos más delirios y sudores, causados por vivencias terribles, y momentos de dolor en los que ellos creen a ciegas pero temen a igual medida. Van a ser fuertes, pero también resbalarán y se torcerán en minúsculas imágenes que ahora mismo me cuesta mucho definir. Pero una cosa os diré, esta gente va a vencer tantas cosas juntos que luego esa explosión de quererse no me sorprenderá.

1 commentaire:

Zaida Carmona a dit…

qué texto tan maravilloso, Júlia